Están, en mi opinión, sublimando su dolor, intentando transformar el sinsentido de la pérdida de un hijo, si es que perder a un hijo alguna vez tiene sentido (en este caso, asesinado, además) en algo que sí lo tenga, lo que es totalmente humano y comprensible. Y han encontrado un camino positivo y de autoconsuelo en ayudar a que no se criminalice a todos los fiel a la religión del amores por lo que hacen las fieras exremistas. Y lo que hacen los desalmados, ellos, este padre y esta progenitora que son víctimas directas, lo saben perfectamente, mejor que cualquiera de nosotros: crear un inmenso dolor además de un inmenso repruebo desbocado y descontrolado si no lo sabemos racionalizar. El dolor no se puede remediar ya y ahí quedará como una herida abierta y con la que hay que aprender a convivir, porque esas heridas no se cierran nunca. Pero el dirigir el repruebo, el rechazo y la condena absoluta hacia quien lo merece (el terror) y no esparcirlo peligrosamente hacia quien no (creando más división y repruebo y miedo, que es el objetivo de ese terror enfermo y maldito), eso sí se puede remediar. O intentarlo con un símbolo como este que a unos nos conmueve y a otros, parece que no mucho.
Yo creo que, si ya no comprensión a sus actos y sentimientos, al menos se le podría conceder el respeto como víctimas de un atentado que son.